lunes, 5 de enero de 2004

Bue', pues aquí estoy de nuevo... el año ha empezado muy muy bien gracias a Dios, como siempre ha sido, como siempre Él ha prometido que será. Estoy otra vez en Monterrey caminando ahora sí de verdad con mis propias patitas y eso me tiene emocionada!

Comenzaré diciendo que, como en varias ocasiones, exageré un poquito los sentimientos y pensamientos al interior de mi familia. Mis papitos me quieren, mis hermanos me adoran, todos me admiran. Cosa rara dado que los últimos años los he pasado tropezando con la misma piedra. La verdad es que ellos no necesitan dinero para ser felices, más bien, necesitan que YO sea feliz para que ellos también lo estén.
Fue complicado hacerles entender mi decisión pero como se juntó con el deseo de papá de hacer un alto general, o sea, a nivel familiar, todo salió super bien. Durante este año mis papás se dedicarán a consentirse y vaya que se lo merecen, están por cumplir 25 años de casados! También habrá más consideraciones con la Pifyta, ella también se lo merece. Ahora nos toca al Enano y a mí apretarnos el cinturón y neta que lo estamos haciendo con gusto.
Yo particularmente estoy en la posibilidad de ayudar al Enano con sus gastos de la escuela. Me siento bien al saber que puedo ayudarlo, es un sentimiento super chido. Por cierto, mi querido Enano ahora pelón -porque está haciendo el servicio militar- lloró ayer cuando nos despedíamos. Mi hermanito me quiere. Yo lo adoro y lo admiro un chorro, se está convirtiendo en un hombre hecho y derecho, con convicciones y valores ultra firmes. Lástima que pocas veces nos demostramos el cariño que nos tenemos, pero ese largo abrazo, esas lágrimas, esos besos de ayer quedarán para la posteridad.
Y bueno, pues desde hoy estoy en búsqueda de otro empleo y de un nuevo departamento. Estoy tranquila, sé que así como me llegó el trabajo en la Fundación -que por cierto, es suuuper fría en invierno-, así habrán de llegarme las demás cosas. No hay más que esperar en Dios y trabajar con ahínco.

Ya, basta del tema. La única novedad en mi vida es que el 1 de enero fui a escalar el cerro que domina el paisaje en Tula, el Xicuco o Jicuco, no sé cómo se escribe. La onda es que fue algo que salió de la nada, ese día nos la ibamos a pasar echados en la cama viendo películas pero nos llamaron algunos buenos amigos de la familia y se armó el asunto.
Después de una hora de ascenso, al llegar a la cima, caí en cuenta que estar ahí había sido el sueño de toda mi infancia. Nunca habíamos encontrado gente que conociera algún sendero para escalar. Estar arriba respirando aire limpio y admirando los distintos tonos de verde del paisaje fue increíble. Claro que me di cuenta que mi condición física está por los suelos, sólo fue una hora de ascenso y quedé casi muerta.
Lo único malo de la aventura fue que en el descenso me topé con un insecto maldito que me picó en plena rodilla izquierda, dejándome la pierna casi paralizada. Como pude -y con la ayuda de mi guía particular, jejeje- llegué hasta el "campamento" donde nos esperaban las buenas madres con una deliciosa carnita asada y salsita hecha en molcajete que yumi yumi, me hizo olvidar por un rato que tenía la pata cuasi-muerta. Y les digo que es un insecto del demonio porque la picadura me provocó un adormecimiento de tres días en la pierna, además de mucho dolor para caminar. Pero bue', de estar echada en la cama a subir un cerro, mejor subir al cerro y tener como prueba la picadura de un insecto del infierno. Malditos insectos. La traen contra mí.

Ya me voy, tengo varias citas para ver depas... luego les cuento como sigue la cosa!

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