martes, 9 de mayo de 2006

Cuando quiero votar no voto..


Yep, que sigo con mis mensajes evangelizadores.



Hace unos días estaba pensando en la intensa campaña anti-Peje que está circulando por internet. Como si fuera necesaria dados los escasos argumentos de don AMLO, sus estúpidas decisiones políticas y su inverosímil negativa a contestar siete preguntas de cultura general. Bueno, en realidad sí es necesaria: al grueso de la población no se le da eso del pensamiento crítico; muestra clara son los programas de mayor rating en la televisión mexicana.
Pensaba también en el apoyo incondicional que los empresarios están ofreciendo al candidato panista y en sus muchas veces descarados mensajes incentivadores del voto que están enviando a los empleados. Sí, a mí me llegó uno completamente blanquiazul de mi director corporativo. Pensaba también en el mediocre desempeño del actual gobierno federal: yo no voté por ellos en el 2000 y estoy francamente decepcionada; imagino el sentir de los millones de amigos y amigas de Fox que sí votaron "por el cambio". Cambio de colores solamente, por lo que veo.
Pensaba también en los setenta y un años de historia priísta. La onda no estuvo tan peor, digo, aquí estamos y aquí vivimos -o medio sobrevivimos-, pero se podrían haber hecho más y mejores cosas si la clase política no hubiera estado tan corrompida, tan enferma de poder, tan equivocada en sus prioridades. Eso sí, no me gustaría por nada regresar "al malo ya conocido"; prefiero mil veces la búsqueda interminable "del bueno por conocer".
Pensaba también en las muchas propuestas interesantes que andan por ahí, esperando ser escuchadas y validadas en un sistema político que dice que todos podemos votar y ser votados, pero que luego te dice que necesitas el respaldo de una institución. Muchos saben que alguno de mis sueños guajiros es incursionar en la política, y si no lo he hecho hasta ahora se debe en parte a mi negativa a comprometerme con una estructura jerárquica.. Y también por desidia, vale la pena mencionar, puesto que hay muchas formas de participación ciudadana. No sólo el partido político, aunque sea la única instancia que mas o menos produce cambios en este país.

En todo eso pensaba cuando volví a los terrenos mentales que piso casi a diario: la definición de lo que soy, de lo que creo, de lo que pienso, de lo que siento. Creo en la libertad y en el libre albedrío, pero no creo en la total autodeterminación del ser humano; tampoco en la regulación del gobierno en la vida privada y social. Creo en la familia y en la necesidad de estructura social, pero detesto la colectivización, la pérdida de la identidad. No creo en el progreso a través de la imposición de una moral religiosa, pero tampoco me agrada la pérdida de los valores absolutos, la relativización de todas las cosas. Detesto la pobreza y la desigualdad social, pero creo en el valor del trabajo honesto y en la propiedad privada. Y mejor ahí le paramos..

Votar no es tan fácil. Implica responsabilidad compartida. O debería serlo. Implica un análisis crítico del candidato, de sus propuestas, de la estructura que lo soporta. No es tan fácil como vender tu voto al precio de una torta de jamón y una cachucha, al precio de un video enviado por correo electrónico o al precio de un show mágico cómico musical en el Zócalo del D.F.

Y mucho menos al precio de unos condones del Dr. Simi!


PD..
Si vos querés saber mas o menos cual es tu pensamiento político, puedes echar un ojo a estas ligas que encontré en internet:

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