Lo conocí de una forma que se está haciendo común en estos tiempos: por la palabra escrita. Con él tuve uno de esos presentimientos extraños de que estaba por vivir algo que daría un giro a mi vida. Hace más de un mes de eso y no me he equivocado.
Es evidente que tengo un gran equipaje emocional a cuestas. Un equipaje que pesa, que no me deja ser feliz. Pero, ¿quién de nosotros es completamente libre? La verdad es que todos estamos influenciados. A él le pasa lo mismo, por eso entiende perfectamente mi reticencia a entregarme por completo pero también las muchas ganas de hacerlo de nuevo.
Ayer me dijo que está comenzando a creer, a soñar, a planear. Al parecer estoy incluida en esos sueños, por lo menos en el corto plazo. Es emocionante, pero sinceramente también es intimidante. No estoy lista, no estoy lista... ¡¿cuándo diablos voy a estarlo?! Llevo tres años en este patético estado de añoranza canibalesca, quizá ya va siendo tiempo de que comience a actuar como si realmente creyera que hay vida después de ese flaquito con cabello largo; a fin de cuentas él ya ha logrado que nuestra historia sea menos omnipresente en su vida.
Sin embargo las dudas me asaltan: ¿será ésta nueva emoción algo perdurable? ¿será que este arquitecto loco y desenfadado es el indicado para volver a creer? ¡Somos tan diferentes, aunque me parece que ahí radica nuestro encanto! Nah', no sé, no sé nada... sólo sé que sonreí cuando me dijo que me quiere en su vida, y que esa sonrisa no se me ha borrado en un buen rato!
viernes, 2 de septiembre de 2005
Publicadas por MiCh @ 12:30 a.m.
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