jueves, 13 de mayo de 2004

Las malditas hormigas, los estúpidos moscos y en realidad, toda clase de insectos que se alborotan con el calor, comienzan a hacer sus estragos anuales en mi ya de por sí maltratada pielecita.

Todas las mañanas, además de bañarme en bloqueador para no terminar hecha un tomate viviente, debo bañarme en repelente para insectos. A eso añadan el olor de la crema de cuerpo (ahora es de gardenias), el del desodorante y el del shampoo. Y claro, nunca falta el perfumito.

Para esta primavera papá me regaló un nuevo perfume, huele a cítricos, está lindo y a la gente le gusta, aunque la verdad, yo prefiero mi antiguo perfume con olor a bebé. Pero ya en conjunto, tanta oledera se me hace medio patética, wuaccc! Y luego un par de amigas cada que me ven corren a olerme el cabello "es que huele super chido Mich!", y la nueva es que al bebé le gusta el olor de mi piel. Juajuajua, si supiera todo el mugrero que me unto, saldría corriendo.

Ahhh, estoy pensando de nuevo en el bebé...

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