lunes, 31 de mayo de 2004

¿Cómo elige uno a su equipo favorita? ¿Cómo es que cierta combinación de colores nos hacen vibrar de emoción?
Papá siempre ha sido aficionado del futbol. Sabe lo suficiente, lo mira muy poco y a veces lo juega. No es fanático de ir a los estadios ni de armar mitotes por la victoria o derrota de su equipo favorito. Recuerdo que en los 80's, cuando todos los mexicanos le iban al Real Madrid (por Hugo Sánchez), papá se sentaba a ver los partidos en repetición. Cuando papá mira la tele se muere, se va del planeta, no hay cosa o persona que lo saque de su estado de abstracción. Lo único que me quedaba era sentarme junto a él, acurrucarme en sus brazos y tratar de entender cómo un juego con 22 tipos corriendo detrás de un balón podía robarme tan desmedidamente su atención. Así me hice aficionada al sóccer, al futbol americano y un poquito al béisbol. A papá casi no le gusta el basquet, pero yo tuve la suerte de descubrir la magia de Jordan justo al ganar el primero de sus seis campeonatos...el resto es historia.

Papá siempre le ha ido al Cruz Azul. Yo miraba con él los partidos y de alguna extraña manera mi sangre se volvió azul para siempre. Soy AZUL desde que tengo memoria, no por imitación, no por obligación (papá nunca me dijo que ése era su equipo favorito), no por tradición (casi todos en la familia son azules). Es interesante la forma en que escogemos a nuestros equipos favoritos.

Papá suele emocionarse cuando el Cruz Azul comienza bien la temporada. Pero si luego se da cuenta que eso no le alcanza para obtener el campeonato, sigue viendo los partidos pero ya sin esperar nada. Luego se olvida de la liguilla y cuando mucho ve el segundo partido de la final.

Cuando mi hermano era super fanático (ahora la música lo tiene implotado) se enojaba conmigo cuando criticaba el funcionamiento del equipo. Sus argumentos iban desde que yo no entendía de fútbol porque no lo sabía jugar (él jugó un tiempo en los equipos infantiles del Cruz Azul) hasta que era una mala aficionada porque dejaba de apoyarlos cuando les iba mal. Es que yo siempre he sido muy crítica, creo que el amor y el respeto a la camiseta que portan es algo que poco a poco han ido perdiendo los jugadores.

Esta temporada el Cruz Azul empezó muy mal, incluso estuvo en último lugar de la tabla general. Creí que sería otra de sus campañas para el olvido, otro más de sus ya merito. Luego regresó el Flaco Tena y el panorama cambió, pero seguía sin tener ilusiones. Milagrosamente entró a la repesca y eliminó al campeón, pero eso implicaba enfrentar al super líder, a unos asombrosos Jaguares que llegaron hasta donde nadie creyó que lo harían.
Este fin de semana los azules demostraron que cuando quieren pueden jugar muy bien, incluso con destellos de genialidad. Ahora les toca jugar contra los Pumas, y está cañón que pasen a la final porque los universitarios están embalados y traen mucha motivación, además de que sus encuentros suelen tener muchas rivalidades. Pero Cruz Azul está en una buena rachita y no tienen presión: lo que venga ya es ganancia. Sé que los azules tienen todo en contra, pero espero que demuestren que no ha sido casualidad llegar a semifinales.

Ojalá esta temporada sea la buena. Ojalá que si llegan a la final no sea contra las Chivas, porque entonces mi corazón se va a dividir. Algunos de mis mejores amigos son chivas, pero sobre todo, mi adorado Paco Palencia juega a préstamo con ellos, aunque en el fondo sigue siendo azul. No me gustaría que los azules fueran campeones a costa de él, ni que él fuera campeón contra los azules.
Pero bueno, ya veremos, dijo el ciego. Igual ahorita me hago cruces con mis argumentos emocionales y resulta que ni unos ni otros pasan. Por lo pronto, disfrutemos lo que ya se tiene...

Vamos azules, hasta la final!

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