martes, 26 de septiembre de 2006

Tengo mil años con el mismo ID: desde que lo saqué he pasado por cuatro departamentos [en realidad cinco, contando la casa en la que vivo ahora] y nunca reporté el cambio de domicilio. Por ahí de enero quise cambiar el ID pero estaban próximas las elecciones federales, el padrón ya estaba cerrado y sólo aceptaban a los pequeñuelos que estaban a punto de cumplir 18. Pensé que después de las elecciones todo sería más fácil, pero no contaba con el movimiento de resistencia del Peje y sus secuaces. Pero bueeeno, hace quince días que tenemos presidente electo y los Módulos ya están libres para seguir con sus trámites diarios. Esos mismos quince días son los que tengo tratando de ir a cambiar el ID, pero la fila está tremenda y los cuatro soldaditos que cuidan el recinto me intimidan.

No les he contado de los soldaditos. Llegaron un mes antes de las elecciones, creo que cuidando los paquetes electorales y las urnas. Esas mismas que luego el Peje dijo que estaban "embarazadas". No cabe duda que las urnas son como las hijas: uno cuidando la honra y ellas saliendo con su domingo siete. Jojojo. Pero estábamos con los soldaditos. Se la pasaron cuidando boletitas y urnas vacías, luego a las urnas repletas de boletitas y después a los tipos que hicieron el conteo de todas las boletitas. Y cuando el Peje salió con que voto por voto y casilla por casilla, tuvieron que cuidar todos los documentos resultantes del conteo y esperar la resolución final del Tribunal. De eso hace ya quince días, pero los soldaditos siguen aquí, muy lindos ellos, con su uniforme verde. Claro que los soldaditos no sólo cuidan el Módulo, también se dedican a mirar la gente pasar.

Debo decir que sus miradas han cambiado: primero las sentía súper inquisitivas, ahora hasta podría decir que son miradas buenas. Ahora con las lluvias, una vez uno de ellos paró el tráfico para que yo pudiera pasar sin ser salpicada por los automóviles. Otra ocasión llevaba a Lukas de paseo y su cadena se zafó: el cachorro salió corriendo, un soldadito lo atrapó y me lo devolvió. Pero lo más chistoso ocurrió ayer, cuando por fin fui a cambiar el ID. Llegué y uno de ellos, todo nervioso, me indicó la puerta a la que debía dirigirme. Treinta minutos después, al término del trámite, me topé a los cinco soldaditos en fila [siii, los cuatro de siempre y otro más que creo es el comandante]. Los cinco dijeron, al unísono: ¡hasta luego ingeniera! Y yo pensé pa'mis adentros: ¿y cómo saben que soy ingeniera..? Ah, pues por el casco! La neta me tomaron por sorpresa y sólo esbocé una de esas sonrisas que son más muecas torpes que sonrisas verdaderas.

Hoy en la mañana iba otra vez al jale y uno de ellos 'nodeó' la cabeza. No sé cómo se diga en español, creo que no hay una palabra para ese gesto. A nod of the head is a gesture used in many cultures that is most commonly, but not universally, used to indicate agreement, acceptance or acknowledgement. Eso es nodear la cabeza. Mmm.. recordé una historia de Marcelo Birmajer que se llama precisamente de esa manera: Nodeó la cabeza. Muy buen libro ése, el de las Historias de Hombres Casados; la historia que más me gustó fue la del niño que se convierte en perro (¿?) para castigar a su padre que se convierte en mujer. "Si los padres se convierten en mujeres y las madres se transforman en hombres, no podremos evitar que nuestros hijos quieran convertirse en perros, jirafas o pájaros". Jojojo.. o en pejes. No, no creo que nadie quiera convertise en peje. O no sé, porque de que hay gente enferma, la hay.

Creepy.

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