Good bye to the Kid
Siempre me ha gustado el tenis, aunque por alguna extraña razón nunca lo he practicado. De niña veía a John McEnroe, Jimmy Connors, Stefan Edberg, Boris Becker y otros tantos, pero fue hasta el Wimbledon de 1992 que conocí al que sería mi jugador favorito de todos los tiempos: Andre Agassi. Recuerdo bien que al ganarle el último punto a Goran Ivanisevic, un Andre de larguísimo pelo rubio se tiró al césped y lloró emocionado. Ya hacía un par de años que había hecho "click" con el público por su innegable carisma y, vale la pena decirlo, por el toque de frescura y rebeldía que le dio al tenis, pero desde ese día el público lo adoró mucho más.
Después de ese triunfo vinieron otros siete Grand Slam y 61 títulos. De hecho, desde que Rod Laver ganó en 1969, ningún otro jugador había ganado los cuatro Grand Slam: el Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el US Open. No, ni siquiera Pete Sampras lo consiguió. Si a este hecho le añadimos la medalla de oro olímpica que ganó en 1996, es el único tenista masculino que ha ganado lo que se denomina Golden Slam [los cuatro torneos del Grand Slam y la medalla de oro olímpica], aunque al haberlo hecho en años diferentes se denomina Career Golden Slam. Su mujer, Steffi Graf, es la única tenista que ha ganado el Golden Slam en un año, 1988. Ninguna mujer o ningún otro hombre lo ha conseguido. Con semejantes padres, ya me imagino el poderío que tendrán Jaden Gil o Jaz Elle, sus pequeños hijos, si deciden dedicarse al tenis!
Pero como todos sabemos, hay una ley universal que es la de la entropía. Es decir, que todo tiende al desorden, y si eso lo aplicamos a Andre, pues los años le pasaron factura. Fue por eso que en junio de este año declaró que se retiraría del tenis al terminar su participación en el US Open. Y ese día fue ayer. En un juego de tercera ronda, después de tres horas y cuarenta minutos, un alemán de nombre Benjamin Becker le ganó en cuatro sets al Kid de Las Vegas. En el cuarto set Agassi llegó a tener tres set points pero la juventud de Becker se impuso. Sin embargo, a lo largo del juego Agassi tuvo destellos de genialidad: subió poco a la red pero mandó excelentes tiros de revés, sus tiros de derecha fueron impresionantes y en ocasiones su saque fue arrollador.
Al final del partido el estadio entero comenzó a aplaudir. Durante más de cinco minutos todos le rindieron tributo a un jugador que revolucionó la manera de jugar el tenis. Todos los demás partidos que estaban desarrollándose en ese momento se suspendieron y proyectaron en las pantallas la imagen de un Agassi conmovido hasta las lágrimas.
Debo confesar que yo también lloré un poquito. Son de esos momentos que no quisieras que llegaran nunca, como cuando se retiró Michael Jordan. Aún guardo una nota de periódico que narra los detalles de su segundo retiro, allá por el 98. "Y ya nada será igual", decía el titular. Pues ya nada será igual en el tenis. Con Agassi termina una era donde se ganaba a base de estrategia y los tenistas todavía eran seres normales. Hoy los jugadores son atletas de físicos impresionantes: monstruos como Roger Federer o Rafael Nadal, cuyos encuentros van que vuelan para convertirse en clásicos como los partidos Agassi-Sampras.
"No me enorgullezco de mis logros", dijo Agassi al despedirse de su público. "Me enorgullezco de mi manera de esforzarme". Y es por ese grandísimo esfuerzo que muchos lo admiramos.
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