martes, 19 de abril de 2005

Me cae bien la gente que es capaz de sonreír cuando los patitos recién nacidos que viven en el Tec se atraviesan por su camino. Me gustan aquellos que incluso ayudan a las mamás patas a juntar a su prole patuna, que quitan los pequeños obstáculos -laptops, cables, libros- que tienen que librar los patitos en su recorrido matutino hacia el estanque enfrente de Biblioteca, mejor conocido como Patódromo o simplemente Los Patos. "Nos vemos en Los Patos", solemos decir al acordar una junta de equipo. El domingo descubrí que en toda familia patuna hay al menos un negrito en el arroz, es decir, un patito negro. No sé si deba a que en el ecosistema Tec los patos hacen gala de sus instintos salvajes al perseguir a las pobres patas por todo el pasillo de Biblioteca. De ahí el nombre de Patódromo. Uno sabe que ha llegado la primavera cuando se topa a una patita corriendo, saltando o semi-volando tratando de huir de dos o tres perversos patos picados por la hormona. Quizá por estas violaciones múltiples es que las patas tienen hijos de diversos colores...

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