Ya me adapté a mi nuevo empleo. Cotizar, facturar y cobrar no son cosas del otro mundo. Claro que en este país las palabras de más uso son mañana y ni modo. Mañana te mando el cheque. Háblame mañana y te doy razón. Ya se fue el ingeniero y no firmó, ni modo. Como si costara mucho hacer un pinchurriento cheque o firmar una cotización. Con las Olimpiadas me desconecté del mundo real. No sé qué diablos pasa en México menos voy a saber por qué ha llovido tres días seguidos en la ciudad. Supongo que ha de ser un huracán, creo que es temporada. Y así nada más, dejé de leer. Ni novelas, ni ensayos, ni el periódico. Yo le llamo entusiasmo musical, otros le llaman déficit de atención. Debo leer los tres capitulos del libro de Control. Sólo son tres capítulos, no más de veinte hojas, pero están en inglés. Matemáticas en inglés. Damn it. Hoy me llegó un email de un viejo amigo contando sus aventuras laborales en la India. Me entró el viejo orgullo por mi carrera, el mismo que tenía cuando entré al Tec. Uta, ya son las 8:00 y debo hacer tarea, estudiar, cocinar para mañana, prender la lavadora y terminar el regalo de la roomie. La sexy festive roomie cumple años mañana y los festejará en un antro. Que loca la idea de festejar en un lugar CERRADO lleno de gente extraña, con sólo una mesa para los cuates, rodeados de humo de cigarros y niños borrachos. Yo prefiero hacer una comida, una tarde de películas, o ir a un concierto y después a cenar. Delgadillo viene en octubre, me festejaré casi dos meses por adelantado. Tengo frío, cuando venía del trabajo me mojé los zapatos y el pantalón. La sombrilla no hace mucho por ellos. Me siento como un perro café mojado, y andaluz.
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