domingo, 5 de septiembre de 2004

Este fin el depa estuvo hasta las orejas: cuatro roomies, dos papás, dos novios, veinte amigos flat, una gata, un perro y un caracol.
No me gustan las discusiones familiares menos voy a soportar las ajenas. Los papás de la sexy festive roomie (y de la sweet roomie) llegaron ayer, la llevaron a comer y le compraron un pastel. Los señores son simpáticos y te sacan buena plática, pero creo que son exagerados con la lista de precauciones y cuidados que nos recetan cada visita. La mamá es especialmente castrante. No encuentro otra palabra para definirla. Todo le molesta, a todo le encuentra peros, trata a sus hijas como si fueran bebés y se la pasa viendo moros con tranchete. Un par de veces me involucró en sus regaños, poniéndome de ejemplo a sus hijas "que como pueden tener el cuarto tan puerco y yo lo tengo super ordenado y eso que trabajo y estudio y..." Patético. Lo mismo hacía (hace) mi mamá con mis hermanos y por eso me odian en temporadas. Además, yo no tengo mi cuarto recogido. Soy precavida, que es otra cosa. Ya sabía que llegaban el sábado, así que un día antes lavé ropa, guardé libros y recogí el mugrero. Y sí, sus hijas son flojas y dormilonas, pero no me gusta que lo haga notar comparándolas conmigo. Si mamá leyera esto se sorprendería. Cuando voy a la casa se la pasa diciendo que mi cuarto es una pocilga "así has de tener tu cuarto en Mty".
A la rock star roomie la visitó su novio y fueron al concierto de The Cure. El tipito es el doble de Bunbury y tiene algo que no termina de cuadrarme. También vino el novio de la sweet roomie y tuvo que aventarse un weekend con los suegros.
Para celebrar que ya no llueve y dar por terminados los festejos cumpleañeros, nos comimos tres pizzas. Y ahora son casi las ocho de la noche y mañana tengo examen de Control.

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