martes, 6 de julio de 2004

Grecia, campeón de Europa


Debo confesar que mi favorito en la Eurocopa era, como siempre, Alemania. Claro que desde el primer partido se notó que no tenían argumentos para llegar más allá de la primera ronda, por lo que enfoqué todas mis energías en Inglaterra y el adorado (y en este torneo super ineficiente) David Beckham.

Obvio, en el camino me topé con el excelente fútbol de los checos, el resurgimiento de Zidane y compañía, la explosividad de los suecos y el orden de los daneses. De los griegos me sorprendió que le ganaran a Portugal y empataran con España. De hecho la Furia estuvo a punto de dejarlos fuera de los cuartos de final, sólo que a los españoles, a pesar de tener la mejor liga del planeta, les pasa lo que a todos los equipos mexicanos: siempre son el "ya merito".

De ahí en adelante se dieron las sorpresas: Alemania, Italia y España se fueron antes de tiempo y dejaron sus lugares a equipos "chicos" de nombre y de nómina, pero grandes en espíritu y fuerza.

Finalmente quedaron los portugueses y los griegos. Éstos últimos confirmaron la tendencia de la temporada deportiva: los chicos se están comiendo a los grandes y los inexpertos le están dando clases a los expertos.

Un torneo lleno de sorpresas no podía terminarse sin sorpresas, y la última fue muy buena: los griegos, con un fútbol poco espectacular pero tremendamente efectivo, se llevaron la Eurocopa!

Grecia campeón!

Hasta el Olimpo... y más allá!

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