miércoles, 21 de julio de 2004

Están muertos
A una de mis roomies le encantan los peces. Tenía un pez dorado, un japonés y dos caracoles. Hace un mes que se fue a casa de sus padres a pasar las vacaciones, y como yo soy totalmente clase trabajadora [jejeje] y no me dieron vacaciones en la Fundación, me quedé a cargo del depa y obviamente, del cuidado de las mascotas pescadunas... sólo era cuestión de darles de comer por la mañana y por la tarde, y antes de acostarme encenderles una luz [no tengo idea para que sea eso]. Claro que no contaba con un par de inconvenientes: el motor del oxígeno ya andaba en las últimas y no me dejaron comida suficiente para el mes y medio de vacaciones. Además esos pecerdos [comían como tales] ensuciaban el agua con una rapidez asombrosa, ni los 300 gupies y mollies de mi hermanita lo hacen con tanta velocidad. Y la neta es que cuando estoy en casa de mis papás jamás le ayudo a la Pify a lavar sus peces porque me da asquito, no soporto el olor del agua sucia de una pecera, wuac, y cuando me di cuenta que, o me aguantaba y lavaba los peces de mi roomie o soportaba la peste de los animales en plena sala de estar, entré en pánico. Con el paso de los días me di cuenta que el motor del oxígeno estaba fallando y que calentaba demasiado el agua. Y si a eso añadimos los 35 o 36°C del verano regiomontano, mi sentido común me indicaba que los peces podrían estar viviendo sus últimos días. Entonces sucedió.

A la semana noté que uno de los caracoles llevaba varios días en el mismo rincón de la pecera. De hecho se lo había comentado a mi roomie antes de que se fuera, pero ella me juró que el caracol simplemente era flojo. Se lo comenté al bebé una tarde y decidimos salir de dudas: siii, estaba muertooo! El gelatinoso cuerpo del caracol se escurrió de la concha y tuvimos que recogerlo casi con pala del fondo de la pecera (wuac!). Al otro día, aguantándome el asco, lavé por primera vez en la vida una pecera. Cero y va uno.

El oxígeno seguía fallando. Le mandé un mensajito a mi roomie y me contestó que hiciera la típica mexicanada: que le pusiera cinta, un golpecito por aquí, un amarre por allá y asunto arreglado. Una semana después de la muerte del caracol fui a la fiesta de cumpleaños de una amiga y dejé a los peces vivitos y coleando. Al regresar el pez dorado flotaba, gordo como era, en una esquina de la pecera. Tenía claras señales de haber muerto de asfixia [la Pify me ha instruido en el arte del cuidado de los peces, ella es toda una experta!] Cero y van dos.

Incluso el administrador del edificio se involucró en el cuidado de los peces. Están haciendo algunas mejoras en el edificio y él abre y cierra los departamentos cuando entran los trabajadores, y si no se encuentran los dueños se queda al cuidado mientras dura la reparación. Varias veces se dio cuenta de que el oxígeno no funcionaba y trató de repararlo. El pasado viernes me llamó a la oficina y me dio la mala noticia: el pez japonés estaba muerto, y también por asfixia. Cero y van tres.

Mi roomie está en crisis pero afortunadamente no la tomó personal conmigo. Y como dice el dicho: muerto el niño entonces tapan el pozo, así que compré un nuevo motor, reparé el filtro del oxígeno y el caracol sobreviviente se está dando vida de rey con toda la pecera para él solito. Hoy por la tarde los papás de mi roomie llevarán un par de peces nuevos. Lo único seguro de toda esta historia es que, a pesar de que me encantan los mariscos, creo que no comeré pescado en mucho mucho tiempo...

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