Esto de ir a entrevistas de trabajo es tooodo un caso. No hay nada más incómodo que me hagan hablar de mí misma. Las mejores palabras que tengo para definirme son ecléctica, sensible y apasionada, pero no creo que se escuchen muy bien si se las digo a la jefa de Recursos Humanos. Me parece gracioso que los reclutadores te psicoanalicen y hagan toda una extraña teoría sobre tu personalidad basados en que usas quince pulseras en la mano derecha, que te comes las uñas desde niña y que extrañas mucho a tu perro. A éso le llamo sacar conclusiones apresuradas. Whatever, tengo muy buenas posibilidades de quedar en un súper trabajo a pesar de que también uso cinco anillos de plata, no me gustan las zapatillas y rehúyo que me miren fijamente a los ojos. Este tiempo de desempleo ha sido bueno, después de todo... me ha ayudado a descubrir quiénes son mis verdaderos amigos: aquellos que no sólo andan la primera, sino también la segunda milla por mí y para mí. Sólo puedo decir GRACIAS, sé que no lo merezco pero también sé que no lo hacen porque lo merezca, sino simplemente porque me aman. A veces el auxilio divino llega de donde menos te lo esperas...
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