Por fin!
Después de cuatro largos años de espera, los
Juegos Olímpicos ya están aquí. Durante quince días nos asombraremos de las hazañas deportivas, veremos nuevos récords mundiales y seremos testigos de eventos inimaginables.
La inauguración estuvo preciosa. Tuve que conformarme con verla en repetición a la medianoche, pero aún así la disfruté muchísimo. Neta que los griegos echaron la casa por la ventana.
A los
mexicanos no les ha ido nada bien hasta el momento. Van tres boxeadores eliminados, el fútbol varonil va que vuela para lo mismo, las gimnastas ya están fuera, el niño del esgrima también, el voli de playa ha perdido sus dos partidos, en judo sólo queda la
Zambotti... lo único rescatable ha sido la mejora de las marcas mexicanas en natación, y los 5to's lugares en clavados sincronizados. Bah',
¿será que construimos grandes expectativas alrededor de esta delegación mexicana?Aún hay algunas esperanzas. El atletismo, los clavados, la hípica, el ciclismo y el tae-kwon-do no han visto acción todavía, y en el futbol femenil parece que se puede dar la campanada. De hecho las esperanzas de medalla están puestas en estas disciplinas. Ojalá que se logren cosas interesantes.
Por lo pronto, los Juegos nos han traído sorpresas muy agradables. Al menos para mí, que soy
anti espirítu norteamericano. Ver perder al supuesto
Dream Team IV fue la apoteosis. Los
NBA inflados en su orgullo, los
NBA que se creen los mejores del mundo, los
NBA que rechazaron una y otra vez representar a su país se toparon con la cruda realidad: la
NBA es la mejor liga del mundo, claro que sí, pero sólo porque ha contribuido a acortar las distancias entre el basquetbol que se juega en Estados Unidos y el que se juega en el resto del mundo.
Además hay cosas que el dinero no puede comprar
(aunque suene a Master Card) y algunas de ellas son el verdadero coraje deportivo, el espíritu de competencia y el amor a la camiseta. Deberían aprender a
Jordan, al
Magic Johnson, a
Larry Bird, a los verdaderos grandes que conformaron el primer y único
Dream Team en
Barcelona 92. Ellos sí que eran verdaderas estrellas no sólo por su maravillosa forma de jugar, sino por el respeto que le tenían a su deporte.
Por otro lado, está la egocéntrica intención de
Michael Phelps y el equipo norteamericano de natación de emular la hazaña de
Mark Spitz. 30 años no pasan en balde; fue tiempo suficiente para que los australianos y los holandeses los alcanzaran y los rebasaran. Mientras el equipo norteamericano de relevos jugaba a los dados pensando si incluía o no a
Phelps, los sudafricanos se aplicaron en una excelente labor de conjunto y les arrebataron la medalla de oro en el relevo 4x100m.
Y hoy por la mañana mi adorado
Ian Thorpe le dió cátedra al americano en los 200m libres
(y de paso Pieter van den Hoogenband mandó a Phelps hasta el tercer lugar). En mi pueblo dicen
"el que mucho abarca, poco aprieta"...
Y apenas van 3 días de competencia. Lo mejor aún está por llegar...