lunes, 7 de julio de 2008

Wimbledon

Después del magnífico festejo de la morrita, pensé que no me podría levantar para ver la final masculina de Wimbledon. De hecho cuando desperté ya estaba empezado el juego: Nadal recién había ganado el primer set por 6-4 y la sorpresa me hizo mantener los ojos abiertos por un par de games. La verdad es que no vi mucho del segundo set, que también ganó Nadal por 6-4. Fue entonces cuando decidí espabilarme, prepararme el desayuno y ver lo que seguramente sería una paliza como en Roland Garrós.

Claro que no contaba con el mal clima inglés, que hizo suspender el juego por más de una hora cuando Federer iba tomando el control del tercer set. Puras fallas. Recordé entonces que había una montaña de ropa por lavar y un perro por bañar, pero como la lluvia no cedía pensé que sería mejor que el perro "cantara" bajo la lluvia, jojojo. Pobrino mi perro. Llegó entonces la roomie, negociamos el reparto de las labores domésticas y el partido se reanudó. Federer ganó el tercer set 7-6. Yo le pedía al cielo que Nadal no hubiera perdido la inspiración.

Con un ojo al gato y otro al garabato (o mejor dicho, con una mano en la escoba y otra en el control remoto) seguí el cuarto set, que también se fue a tie break y en el cual Nadal perdió varios puntos para campeonato. No podía morderme las uñas de emoción porque ya he dicho que tenía las manos ocupadas con la escoba. Y además casi no tengo uñas, jejeje. Justo cuando el partido estaba a dos sets, dos games y 40 puntos por bando, la lluvia volvió a hacer acto de presencia. Esta vez la interrupción fue de sólo 20 minutos, suficientes para tomar un baño refrescante (porque sí, llovía también en este lado del charco, pero el ambiente era sumamente pegajoso).

Entonces el partido se reanudó y a los pocos minutos se convirtió en el partido más largo en la historia de Wimbledon. Y creo que también en el mejor, porque ni Nadal ni Federer daban muestras de ceder ante el rival, a cada jugada se crecían y jugaban cada vez mejor. Por supuesto que las más de 4 horas de partido comenzaban a pasarles la factura, pero uno podía verles en la cara la determinación de "puedo estar aquí toda la vida pero no me voy a dejar ganar".

En un par de ocasiones Federer tuvo la oportunidad de rematar el partido (al 5-4 y al 6-5), pero Nadal sacaba fuerzas no sé de donde. Luego vino el 6-6, el 7-6, el 7-7. En el quinto set no hay tie break, sólo una especie de muerte súbita donde gana el primero que consiga una ventaja de dos puntos. Fue entonces que Nadal le rompió el saque a Federer para el 7-8. Sacaba para campeonato. Cinco minutos después, Federer estrelló en la red una pelota de revés: Nadal había ganado en una superficie diferente a la arcilla, y lo había hecho frente al pentacampeón de Wimbledon, al que sólo le faltan dos Grand Slam para alcanzar a Pete Sampras como el mejor de todos los tiempos.
Fue entonces que recordé que tenía una cita para comer con un par de amigas mías, a quienes lo primero que dije fue: señoras, Nadal ganó. Por supuesto que ellas no sabían ni de lo que hablaba, sólo yo sabía que había visto quizá el mejor partido de todos los tiempos y que no había sentido tanta emoción desde los épicos encuentros entre Sampras y Agassi. Que bonito es el tenis. Deveras que sí.

Nadal campeón

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajaja, me encantó el final de tu post. No vi el partido caray, en realidad nunca veo tenis. Mis papás solían verlo seguido, perooo, OMG, mis suegros son ultra fans de tenis (vi la final de Queen's Club con ellos) y me da mucho MUCHO gusto que Nadal tmb haya ganado Wimbledon.