The new member of the family

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Adoro a -casi- todos los animales. A los osos, a los pingüinos y a los perros en especial. Por eso en casa tengo tres cachorros perrunos, porque ya dije que adoro a los perros. Bueh', eso de "en casa tengo tres cachorros" es un decir, porque no todos los cachorros son míos y porque tampoco viven conmigo: están en casa de mis padres y como somos tres hermanos, cada uno tiene un perro.
Laisha Perro es mi cachorra ovejo-perruna con ojos de botón, Joy es mi sobrina semi-cocker y adoración de mi carnal, y Peluso -esposo de Laisha- es el hijo malcriado de la Pify. Pero por razones ya de sobra conocidas mi cachorra ovejo-perruna no vive conmigo. Varias veces he querido traerla a Monterrey pero no me decido a hacerla volar una hora en la sección de equipaje, me angustia separarla de sus amiguitos perrunos o quitarle el amplio terreno en el que corre y entierra huesos. Soy una mamá demasiado preocupona, lo sé, pero me siguen encantando los perros. Por eso decidí adoptar un cachorro que sobrevivió a las inclemencias de vivir en la calle y que llegó maltrecho a la casa de unos voluntarios de Prodan.

Debo confesar que esta decisión me llevó muuuchos días: me sentía un poco "traidora" a mis otros cachorros. Ya sé que ellos ni cuenta se darán que tengo otro perro, pero ésa soy yo, la aprensión con patas. Así que después de darle varias vueltas al asunto decidí que la mejor forma de hacer más llevadera la inminente separación de la ratilla y el vacío que me dejó la Pify era adoptando a Lukas. Sip, así se llama: Lukas Jasper Rover, mejor conocido como Lukas, Bebé o simplemente Cachorro. Pero nah', el perruno no es -solamente- un paliativo para la soledad, es un amiguito que me hacía falta y una razón poderosa para salir a pasear. Además siempre será mejor abrazar a tu perro que andar buscando quién te abrace. Por si fuera poco los perros son fieles, los hombres no. Jojojo.

Puuuras fallas, la neta.