Cuando quiero votar no voto [Parte 2]
Hace seis años voté por primera vez en mi vida. Aunque el triunfo de Fox ya estaba cantado y yo no iba a votar por él, de cualquier manera sentía emoción de formar parte de los ciudadanos que se hacen escuchar a través del voto.
Hoy, a tan solo tres días de votar nuevamente, mi sentimiento no es de emoción sino de preocupación, de angustia, de incertidumbre. No recuerdo una campaña electoral tan agresiva y tan ruin como la de esta ocasión. Los medios de comunicación nos agobian con spots publicitarios donde, más allá de proponer, a lo que se dedican los candidatos es a descalificar a los demás. Si no puedo convencer al electorado que yo soy bueno, trataré de convencerlos de que los demás son malos. Como decíamos mis amigos y yo en la escuela: "si no puedo convencer al profe, al menos voy a confundirlo".
La mera neta es que votar no es tan fácil. Implica responsabilidad compartida. Implica un análisis crítico del candidato, de sus propuestas, de la estructura que lo soporta. Si en estos largos meses de campaña no nos dimos el tiempo de leer los 50 compromisos de AMLO, el programa de gobierno de Felipe Calderón titulado El Reto de México, las propuestas de Roberto Madrazo, Patricia Mercado o Roberto Campa, mucho menos lo vamos a hacer ahora que estamos a tan pocos días de las votaciones. Pero lo menos que podemos hacer es prestar atención a las patadas de ahogado que tiraron todos los candidatos. Cuando Fox quiso ganarse aún más al electorado, soltó aquellas famosísimas frases de "la economía crecerá 7% anual" o "resolveré Chiapas en 15 minutos". Bien sabemos que no cumplió ni una cosa ni la otra. Así entonces, ¿qué propusieron los candidatos en su último y desesperado intento por convencernos? Ahí están los periódicos y los noticieros, o si no les creen a ellos, ahí están también los sitios oficiales de cada candidato, que registran los discursos con los que cerraron campaña.
Yo soy ingeniera: lo que me convencen son los números, no las palabras bonitas ni las acusaciones descalificadoras. Y cualquiera que se pone a arrastrar tantito el lápiz se da cuenta que muchas de las propuestas, no sólo de AMLO sino también de Calderón o de los otros tres candidatos, son poco menos que irrealizables. Y entonces aquí entra lo del análisis crítico. ¿Qué es lo mejor para el país? ¿Qué es lo mejor para mí? ¿Qué panorama es el menos trágico?
No me preocupa lo que pasará el 2 de julio. Me preocupa lo que venga a partir del día 3. Dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, pero yo creo que los mexicanos merecemos más.