Hace algunos meses hablaba con una amiga y le decía que los bebés no me simpatizan. Bueno sí, pero en ratitos. Jojojo. Me gustan los bebés recién nacidos que duermen todo el día. Me gustan los bebés de entre seis y ocho meses, que ya pasan varias horas despiertos, se sientan en sus sillitas, sonríen y echan baba porque les están saliendo los dientes. Me gustan los bebés de dos años que ya caminan y comienzan a hablar. Y finalmente me gustan los niños de cuatro años porque ya son lo suficientemente independientes como para andar por la vida. Pff, me acuerdo que yo quería que Poffet se quedara de cuatro años, era una nena muy linda a esa edad. Bueno, todavía es linda..
Pues esa amiga me decía que TODO cambia cuando llegan los sobrinos. Creo que tenía razón.
El sábado nació Andrés, el primer bebé de mis amigos Ana y René. Ellos son para mí como verdaderos hermanos, por eso me siento como si fuera una tía de verdad, vaya, una tía de sangre. Por eso ando super engentada con el chiquillo, que es una hermosura de bebé. ¿No me creen? Pues aquí está una de sus primera fotos..
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