sábado, 29 de octubre de 2005

Te quiero morrita. ¡Admiro la fortaleza que mostraste! [...] También te quiero a ti, cuñadita. ¡Cómo me encantaría estar contigo y abrazarte!

¡Diablos! No sé qué más decir. No me gusta ver triste a la gente que quiero. No me gusta que sufran. No sé por qué pasan estas cosas, tan de repente, tan inesperadas, tan impactantes, tan transformadoras.

La vida se va como el viento.

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